La dominación luso-brasileña en su aspecto económico
Tratamiento de país sometido
b1) El proyecto económico para la campaña: la tenencia de la tierra y del ganado.
El problema de la tenencia de la tierra era difícil de resolver. Lecor debía tener en cuenta intereses enfrentados entre los conquistadores y los antiguos ocupantes de tierras.
Otro problema que debía resolver era reestablecer la ganadería arruinada, cuya ruina aumentó en los 4 años de lucha entre los portugueses y orientales durante la resistencia oriental ante la invasión extranjera.
Al comienzo de la dominación los invasores realizaron grandes arreadas de ganado en pie a través de la frontera con el Brasil. Este ganado tenía como destino las estancias y los saladeros de Río Grande. Luego de la victoria portuguesa se procedió al otorgamiento de vastas tierras situadas al norte que entrego a oficiales y soldados portugueses y brasileños. En esta zona, escasamente poblada se establecieron centenares de oficiales y soldados. El predominio de los luso-brasileños en el norte del país era tan grande que la zona se transformo en una dependencia económica de la capitanía de Río Grande. Incluso, se pretendió anexar la zona a Río Grande en el Tratado de la Farola (1819).
Otras tierras pertenecientes a jefes artiguistas o abandonadas por sus poseedores en el curso de la lucha, fueron igualmente distribuidas entre los invasores. Muchos portugueses aprovecharon el bajo valor de la tierra y compraron enormes latifundios.
La actitud apropiatoria de la tierra oriental tuvo funestas consecuencias para la historia económica del país.
En esta política Lecor debió contemplar también a los estancieros criollos que prestaron su colaboración o apoyo a la dominación portuguesa.
Una de las primeras medidas fue el establecimiento de un cuerpo de hacendados cuyo fin era fomentar “la fuerza de la riqueza nacional”.
Se autorizó a los que tenían títulos de propiedad para adueñarse del ganado cimarrón existente en el noroeste de nuestro territorio. También se autorizó a los terratenientes a marcar como propios los ganados que pastaban sus propiedades. Esta medida beneficiaba a los grandes propietarios. Se perjudicaron aquellos que tenían ganados pero no lograban conseguir un título de propiedad.
Se fijó una frontera, especie de “zona franca”, a la altura del Río Daymán para la compra, venta y exportación de ganado vacuno y caballar. Esta región quedaba fuera de la actividad económica de la provincia.
Lecor enfrentó los reclamos de los estancieros que habían recibido tierras como consecuencia del Reglamento Agrario artiguista de 1815. A fin de no generarse un nuevo problema tuvo que contemplar estos reclamos ya que su interés era pacificar la provincia. Con esta medida demostró su gran habilidad porque corría el riesgo de enfrentarse a las presiones de los grandes estancieros y otros que aspiraban a comprar mas tierras; en síntesis, no le quedo otra alternativa que aceptar los títulos entregados por el gobierno artiguista en 1815. En cuanto al ganado de los beneficiados con el Reglamento Agrario introdujo modificaciones: solamente les dejó el ganado manso, el ganado alzado podía ser vendido o entregado a soldados, oficiales y otros propietarios portugueses.
A fin de beneficiar aún más a los invasores, Lecor resuelve poner en venta las llamadas tierras realengas, es decir, tierras fiscales. Esto benefició a los grandes hacendados que no pudieron apoderarse de las estancias repartidas por Artigas.
Las familias muy pobres eran contempladas por Lecor permitiéndoles habitar una suerte de estancia y facilitándoles el pago.
Las tierras de los “malos europeos y peores americanos” confiscadas por Artigas en 1815 fueron devueltas a sus propietarios, excepto aquellas que habían sido repartidas por el Reglamento de 1815 o entregadas por Lecor a sus compañeros de armas.
La política propietarista de Lecor se manifestó en todo el territorio. Ciertas familias pobres eran ubicadas en pueblos que se fundaban con el fin de entregar pequeños terrenos que aseguraban la subsistencia e impedían la vagancia.. Estos habitantes de pueblos nuevos debían dedicarse a la agricultura.
b) La actividad comercial
El comercio montevideano padeció grandes dificultades durante la lucha de Artigas contra el centralismo porteño, la invasión portuguesa. A ello se suma la presencia de los barcos corsarios de Artigas que bloqueaban el puerto de Buenos Aires y surcaban las aguas del río de la Plata y el océano Atlántico. La ciudad puerto se había desconectado de la campaña que era el centro de los productos comercializables.
A medida que los portugueses iban ocupando territorios en la campaña, lograban restablecer el comercio de cueros con Montevideo y otros puertos que iban habilitando.
El comercio tanto interno como internacional se fue restableciendo poco a poco. Junto a los antiguos comerciantes se instalaron otros luso-brasileños.
A partir de 1821, Lecor elabora otra política comercial destinada a favorecer a Brasil. Se limitó el ingreso de cueros a las barracas montevideanas y se facilitó el traslado de ganado en pie a Río Grande. Esto perjudicó a saladeristas y barraqueros montevideanos. Se instaló una verdadera política proteccionista de los intereses comerciales brasileños y portugueses. Entre estas medidas se destacan: protección de la navegación, los saladeros y el comercio.
Los beneficios otorgados a portugueses y brasileños dejaban a los orientales bajo un dominio de tipo colonial más perjudicial que el viejo sistema español.
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